El nacimiento de un sueño necesario
Carmen Ma. Méndez Navas
Costa Rica
Introducción
Durante la semana del 18 al 23 de julio de 1994 se realizó la XXI Conferencia Mundial Bienal de la Sociedad Internacional de Educación Musical (ISME) en Tampa, Florida, Estados Unidos.
El clima soleado del verano fue interrumpido varias veces por aguaceros torrenciales que inundaban calles, aceras, alcantarillas… Pero a diferencia de las lluvias tropicales que tenemos durante medio año en Centroamérica y que se extienden hasta por doce horas seguidas, en Tampa, después de dos horas, salía el sol radiante y todo se secaba de inmediato.
En la Conferencia había un gran movimiento pues se comentaba que éramos alrededor de dos mil asistentes. No lo supe nunca con exactitud. Pero sí era impactante la cantidad de grupos musicales, los países participantes, los materiales didácticos expuestos, las charlas, los conciertos, las presentaciones de investigaciones y propuestas. En fin, parecía una fiesta en que la educación musical era la homenajeada.
Era la primera vez que asistía a un evento tan multitudinario. Había estado anteriormente en el Congreso de Rítmica en el Instituto Dalcroze en 1977 en Ginebra, Suiza. Se trataba de un encuentro con opciones extraordinariamente originales y de altísimo nivel artístico musical para profundizar en la disciplina. La Conferencia en Tampa me impresionó, desde otra perspectiva, por tener presente una gran variedad de subespecialidades de la educación musical.
Recuerdo que fui la única persona procedente de Costa Rica. Me alegré muchísimo cuando me encontré con colegas y amigas que ya conocía, como Marta Sánchez y Margarita Fernández Grez de Chile. También supe que estaba Violeta Hemsy de Gainza, a quien aún no conocía personalmente. La había contactado por correo, para invitarla a impartir lecciones de improvisación al piano, al siguiente año en la Universidad de Costa Rica. Participaría en el III Taller Internacional de Educación Musical que organizaba el Comité de Música de la Comisión Costarricense de Cooperación con la UNESCO, junto a las universidades estatales. R. Murray Schafer volvería por tercera vez a Costa Rica a impartir talleres de ecología acústica y presentarnos sus obras, libros, discos y partituras.
En Tampa logré conocer a varios participantes latinoamericanos, como por ejemplo, Ricardo López de Puerto Rico, Silvia Contreras de Chile, Concepción Saloma de México, Susana Espinosa, Silvia Malbrán, de grata memoria y Gustavo Vargas de Argentina.
Entablé amistad especial con Gloria Valencia, una profesora colombiana. Formamos espontáneamente, un grupo de profesores latinoamericanos y varias educadoras musicales que eran hermanas franciscanas del Alverno College de Milwaukee, Wisconsin. Participamos en muchas actividades didácticas y artísticas. Una tarde fuimos de excursión al parque de diversiones de Bush Gardens. El ambiente era muy favorable para aprender tanto en el programa formal, como en las horas de recreación. Conocer lo que se vivía en otros países en torno a la educación musical, era realmente un gran privilegio. En esos años no se viajaba tanto como ahora.
Aún recuerdo esta simpática anécdota. El último día, al terminar la Conferencia, veníamos en el bus de regreso hacia los hoteles y de repente, Gloria, la profesora colombiana, me preguntó si yo conocía a una pareja de “ticos”, llamados Carmen y Mario, que en 1977 había estado en el Congreso de Rítmica Dalcroze en Ginebra, quienes a la vez, pasaban su luna de miel. Fue tan divertido descubrir que nos habíamos conocido diecisiete años atrás, conversamos todos los días esa semana en Tampa y ¡no nos reconocimos hasta el último momento!
El nacimiento de un ideal
​
Regresemos al martes 19 de julio. Fuimos convocados a reuniones de las secretarías regionales, quienes se distribuían en distintas aulas del Centro de Convenciones de Tampa: los angloparlantes, los francoparlantes, los orientales, y así sucesivamente. En la cafetería nos reuniríamos los hispanoamericanos y los lusitanos. No estábamos organizados.
Personalmente no conocía a la mayoría de los asistentes. Y mi impresión fue la de observar un caos, nadie daba la palabra, surgían discusiones y reproches de carácter personal y no se llegó a concretar ninguna acción o plan de trabajo.
Mientras que los otros grupos exponían los programas,
presentaban y evaluaban las publicaciones, organizaban encuentros locales, en la cafetería habían un barullo abrumador.
Esa reunión fue decisiva para la fundación del FLADEM.
¡La fuerte frustración dio frutos!
Cenamos en un restaurant Ercilia Talavera del Paraguay, Margarita Fernández Grez de Chile, Gloria Valencia de Colombia, Violeta Hemsy de Gainza, de Argentina y la suscrita. Con caras largas y tristes comentamos la situación vivida. Súbitamente, Violeta me interpeló: “Vos que sos la más joven, qué proponés?” Y a partir de ese momento surgió la idea fundante para el sueño necesario: había que crear una organización para defender, promover y desarrollar la educación musical latinoamericana. Había que fundar una estructura para atender las necesidades e inquietudes de los educadores musicales de nuestro Continente. Todas soñamos. Pero, ¿se concretaría?
Durante los días siguientes aprovechábamos cada momento libre para anotar ideas y sugerencias. El sábado 23 de julio en horas de la tarde hicimos una reunión formal para asegurarnos cómo haría cada una para cumplir los compromisos adquiridos, cuál sería el medio de comunicación entre todas. Violeta propuso el nombre de ULEM (Unión Latinoamericana de Educación Musical). El correo aéreo y eventuales llamadas de larga distancia fueron nuestros aliados aprovechamos que Violeta iría a Costa Rica en el mes de enero siguiente. Les ofrecí a Gloria y Margarita gestionar ante las autoridades correspondientes, el apoyo a su visita con el propósito de fundar la nueva organización.
El comienzo del sueño
​
Del 16 al 20 de enero de 1995 se llevó a cabo el III Taller Internacional de Educación Musical organizado por el Comité de Música de la Comisión Costarricense de Cooperación con la UNESCO, en la Escuela de Artes Musicales de la Universidad de Costa Rica. Hay varias anécdotas que se dieron durante el proceso de elección del nombre. Tuvimos reuniones en nuestra casa de habitación y recurrimos al diccionario para encontrar un nombre adecuado. Finalmente se eligió “FORO LATINOAMERICANO DE EDUCACIÓN MUSICAL”.
Con la presencia de las tres expertas invitadas, Violeta, Gloria y Margarita, la asesoría legal de Nuria Zúñiga y el apoyo certero y voluntario de los demás miembros del Comité de Música de la Comisión Costarricense de Cooperación con la UNESCO Jorge Carmona, Flora Elizondo, Gerardo Meza, Mario Alfagüell, Mario Jesús González, Erlinda Lostalo, Edwin Méndez, Anabel Campos y la suscrita, se prepararon la Asamblea Constitutiva y el acta fundacional del Foro Latinoamericano de Educación Musical.
El jueves 25 de enero, en horas de la tarde, se celebró la sesión solemne. Nos acompañaron el Dr. Juan Chong, representante de UNESCO para Centroamérica, la Lic. María Nelly Román de Venegas, Secretaria Permanente de la Comisión Costarricense de Cooperación con la UNESCO y los primeros Miembros Honorarios de FLADEM: R. Murray Schafer, los maestros costarricenses Carlos Enrique Vargas, Arnoldo Herrera y Walter Field.
El sueño estaba tomando forma de realidad.
Comenzamos a pensar en conjunto cuáles serían nuestros ideales y principios, los planes de trabajo y estrategias de integración de los países, las formas de comunicación, la organización financiera, las posibilidades de difusión de nuestras actividades, la convocatoria a nuevos afiliados, la circulación de libros, materiales y demás publicaciones, entre otros.
En esos años aparecieron con fuerza los recursos de la internet, el correo electrónico, la telefonía celular, en fin, medios que nos ayudaron a alcanzar lo propuesto.
Recuerdo que nuestra colega y amiga, primera tesorera del FLADEM, Cecilia Cabezas Caggiano, de grata memoria, coordinó la creación del Directorio Latinoamericano de Educación Musical, una empresa muy ambiciosa para ese momento. Incluimos direcciones del domicilio porque aún no era común la dirección electrónica. Durante varios años fue una herramienta muy útil para contactarnos.
Aprovechamos que Gloria Valencia, como académica de la Universidad Pedagógica Nacional de Colombia tenía organizado el Segundo Encuentro Iberoamericano de Educación Musical en Santa Fe de Bogotá. La Primera Asamblea General Extraordinaria se realizó allí el 12 de julio de 1995. Nos reunimos con nuevos colegas y así se inició el extraordinario recorrido de los Seminarios Latinoamericanos de Educación Musical (SLADEM).
También ese año en el mes de setiembre, en Caracas, Venezuela, la UNESCO realizó un Encuentro de Expertos en Educación Musical para analizar la homologación de títulos universitarios. Fue una oportunidad para reunirnos de nuevo y continuar con la ingente tarea que apenas iniciaba. Allí se asociaron docentes provenientes de distintos países: México, Guatemala, Ecuador, Perú, Chile, Bolivia...
En 1996 en Amsterdam, Holanda, la Sociedad Internacional de Educación Musical -ISME- realizó nuevamente la Conferencia Mundial Bienal. Estaba invitada como conferencista en el plenario, la Mtra. Isabel Aretz, pionera de la etnomusicología latinoamericana. Allí nuevamente hubo un espacio para continuar difundiendo al FLADEM.
En 1997 se volvió a hacer el SLADEM (Seminario Latinoamericano de Educación Musical) en Costa Rica. En esa ocasión se llevó a cabo en la Ciudad de Heredia bajo los auspicios de la Universidad Nacional. En ese encuentro nos llegó la primera publicación del libro FLADEM: “Música y Educación Hoy”, compilado por Violeta Hemsy de Gainza, publicado en Buenos Aires por la Editorial LUMEN. Ese texto reúne las ponencias y documentos que se presentaron en la I Jornada de Reflexión sobre la Música y la Educación, organizada por FLADEMAR (FLADEM Argentina) en noviembre de 1996.
Miembros Honorarios.
​
Desde la fundación, decidimos crear la categoría de Miembros Honorarios del FLADEM para honrar a los educadores musicales distinguidos. Cada país envía sus propuestas y se ratifican en la Junta Directiva. Se trata de dar a conocer la labor, los escritos, las propuestas pedagógicas y demás aportes de aquellas personas, que como docentes, investigadores, compositores, musicólogos, pensadores… hayan contribuido al desarrollo de la educación musical latinoamericana.
En la publicación mencionada, se recopilan varios mensajes de destacados Miembros Honorarios, que transcribo a continuación.
“Creo que la creación del FLADEM viene a llenar una necesidad hondamente sentida por todos los especialistas que luchan desde sus respectivos lugares de acción para contribuir a hacer de la educación musical una luz resplandeciente en medio de tanta tiniebla en el mundo actual. Necesitábamos desde hace tiempo ese nuevo aire y ese nuevo impulso. Los felicito de todo corazón por haber concretado esa iniciativa y espero que a través del FLADEM consigan la mayor unidad de todo el profesorado latinoamericano, para que formemos un solo bloque de mutuo apoyo y estímulo que nos ayude a derrotar la indiferencia, el egoísmo y la mediocridad.” Maestra Florencia Pierret (República Dominicana). De Gainza, V. (comp.) (1997) Música y Educación Hoy, LUMEN, Argentina, p.93
“Me emocionó enormemente el recibir el certificado de Miembro Honorario del Foro Latinoamericano de Educación Musical. Felicito y agradezco a mis colegas por la creación de este organismo que facilitará el intercambio de ideas y ayudará a mantener los lazos de amistad y cooperación profesional entre los educadores musicales latinoamericanos. Con el dinamismo que caracteriza a los miembros del comité ejecutivo, este organismo puede convertirse en el centro de comunicación para todos aquellos educadores que desean desarrollar proyectos internacionales de educación o investigación.” Maestra Marta Sánchez, (Chile). Op.Cit., p.93
“El apartado “c” de la lista de objetivos que traen los documentos que usted me envía, “Fortalecer la identidad latinoamericana a través de la educación musical” es, a mi parecer, trabajo fundamental. La transculturación tan violenta y sistémica que padece Latinoamérica (transculturación que se ha exacerbado en los últimos años) hace imperioso considerar que solo una educación profundamente nacional puede defender la identidad y el desarrollo de la cultura latinoamericana. Y aquí es donde la educación musical tiene una gran responsabilidad y una gran tarea, pues la música mantiene y maneja elementos de cultura.” Maestro César Tort (México).Op. Cit.pp.93-94
Nombramos como Primer Miembro Honorario de FLADEM a nuestro apreciado Maestro R. Murray Schafer. A pesar de no haber nacido en Latinoamérica, él nos dio la idea original de comunicarnos.
En un receso del I Taller Internacional de Educación Musical que se hizo en Costa Rica, R. Murray y yo estábamos sentados a la entrada de la Escuela de Artes Musicales de la Universidad de Costa Rica. Me mostró las direcciones de Violeta de Argentina, Cristina Lagomarsino de Uruguay y Marisa Fonterrada de Brasil. Muy intrigado me preguntó por qué no nos conocíamos, si los latinoamericanos tenemos la gran ventaja de hablar el mismo idioma. Le expliqué que los pasajes eran sumamente caros y las distancias muy grandes. Pero la inquietud quedó grabada en nuestra memoria. Así que esto fue lo que nos impulsó a proponer, en la recordada cena en Tampa, que tendríamos que crear una organización para la educación musical latinoamericana.
Concluyo este relato con las palabras de Schafer, pronunciadas en el VIII Seminario Latinoamericano de Educación Musical en la Ciudad de México en el año 2002:
“Espero que los ejercicios que hagamos, ustedes puedan utilizarlos y adaptarlos a sus propias clases y necesidades. El mundo de la música es muy rico; prácticamente todos los días escuchamos algo que nunca habíamos escuchado antes… ¡resulta emocionante! Por consiguiente, creo que ninguno de nosotros se aburrirá con la música. Tratemos entonces de no aburrir a otros con nuestra música. Hace casi ocho años, cuando nos reunimos en Costa Rica con otros colegas latinoamericanos y caribeños, decidimos formar esta organización, el FLADEM. Es sorprendente, apenas éramos seis o siete maestros que empezamos y ahora tenemos este grupo que se ha expandido tanto. Es una hermosa historia y los felicito a todos ustedes. Es maravilloso volver. Gracias a todos. De Gainza, V. y Méndez, C., (2004) “Hacia una educación musical latinoamericana” , Comisión Costarricense de Cooperación con la UNESCO., Costa Rica, p.34